Entre la lluvia, los paraderos inundados, la ola polar y la enfermedad de la hija de la presidenta Michelle Bachelet, me decido a escribirles sobre televisión a raíz de dos acontecimientos ocurridos con menos de una semana de diferencia (ojo que dije "televisión", no farándula, entonces si quieres leer sobre el "escándalo" Coté López-Pinigol, estás en el lugar equivocado, i'm so sorry).
El lunes amanecimos con la siguiente noticia:
El animador de TVN se vistió de mujer para entrevistar a la travesti argentina Florencia de la V y al transformista chileno Arianda. Según sus palabras, "tenía la opción de hacer la clásica entrevista o algo más vivencial. Entonces me pareció interesante, para poder tener un código en común, entender cómo vive una travesti, un transformista, experimentando en mí", como consignó el diario
La Cuarta. Entonces, Camiroaga se depiló piernas y pecho, afeitó su cara, se maquilló y vistió como mujer para estar dos horas en un set de televisión con una travesti que hace lo mismo que él todos los días y con un hombre que se pone vestidos y peluca para ganarse la vida.
Y el jueves, otra noticia similar:
La conductora del reality de gordos "Cuestión de Peso" se "puso" varios kilos más (con traje de esponja, maquillaje y peso especial) para saber qué siente y vive un obeso mórbido durante 24 horas. Warner trató de comprarse ropa, encontrar trabajo y vivió en carne propia (¿o esponja propia?) lo que es la discriminación que sufren los obesos, algunos de los cuales son participantes de su programa.
¿Vestirte de mujer siendo heterosexual y ponerte un disfraz de gordo por un día es vivir la realidad del otro? ¿Es empatizar? Esto me genera muchas dudas, puesto que es la típica diferencia que hay entre ser y parecer. Jennifer Warner puede haber sido discriminada por representar obesidad mórbida, haber sentido la incomodidad de no poder andar en micro tranquila o caminar sin cansarse en la primera cuadra e incluso haber tenido los problemas a las piernas o musculares que cualquier obeso, pero llegó al canal (o a su casa), se sacó los rellenos y dejó de ser discriminada, estar incómoda o de sentir dolores. Si yo fuera obesa mórbida, me sentiría ofendida si alguien que no tiene mi problema se disfraza de mí, que tengo ese problema las 24 horas, los siete días de la semana. Diría: "Claro, ella se disfraza de mí, pero yo no puedo disfrazarme de ella". Injusto. Caricaturesco.
El caso de Camiroaga no es injusto, pero sí se podría haber caído en la caricatura. Si un hombre se viste de mujer, es porque se siente mujer, en cierta forma es una mujer en cuerpo de hombre. Para Florencia de la V, depilarse piernas, pecho y axila, maquillarse, usar tacos y medias es su vida diaria, no es una anécdota. Y para Arianda, hacer lo mismo es su trabajo, no es una "humorada". Estos dos personajes, ¿se vestirían de hombre para entrevistar a un heterosexual? No lo creo, no es "distinto", y eso es lo que me hace temer que sea una caricatura.
¿Qué opinas tú?
"Menos mal es sólo por unas horitas".